27/3/10

Hit the road, Jack

(Nota publicada en Revista Caleidoscopio, N° 3 año2009)
Hace exactamente dos años, la editorial Viking Press editó en su formato original “En el camino” de Jack Kerouac (1922-1969), novela autobiográfica y manifiesto de la Generación Beat. En principio, el buen gesto de la editorial norteamericana se debió –suponemos- a una clase de redención por haber rechazado en 1953 editar el rollo de papel de casi cuarenta metros en el que el autor frenéticamente tipeo durante veinte días, recluido en un departamento de Nueva York. Y después porque el mítico libro –el clásico que todos conocemos, resultado de muchísimas correcciones, omisiones y/o censuras- cumplía por ese entonces 50 años. La buena noticia es que este año la editorial Anagrama lo tradujo al español -con nuevo titulo: En la carretera- y lo puso a disposición de los amantes hispanohablantes de la prosa beat.

Resulta una buena excusa la aparición de este mito de la literatura moderna en formato de libro, precisamente porque se trata del corazón mismo de lo que fue la Beat Generation. Esta tribu de hipsters -como se hacían llamar- se diseminaba por las carreteras de “América” con la sola empresa de viajar “porque no había adónde ir excepto a todas partes”, haciendo sus altos en San Francisco y Nueva York, ciudades claves del movimiento por aquellos años.

Jack Kerouac y sus entrañables camaradas de ruta, Allen Ginsberg (1926-1997) y William Burroughs (1914-1997)- Santísima Trinidad de esta generación de escritores- fueron los referentes inaugurales de este fenómeno que revolucionó la escena de la bohemia norteamericana de posguerra, a mediados del siglo pasado. Estos beatniks ofrecieron un caudal memorable de experiencias, bajo los estándares del sexo, las drogas, el alcohol y el jazz, que permanecen vigentes en sus obras literarias. Pero la piedra angular de este movimiento, precursor de la contracultura de los 60’ –hippies, místicos, homosexuales y rockers- sigue siendo En el camino. Texto donde Kerouac narró bajo sus propios “principios fundamentales de la prosa espontánea” sus visiones “terrenocelestiales” cómo las describió Henry Miller, y materializó -en éste como en toda su obra literaria- los testimonios de su vida y la de sus congéneres que, frente a las miserias de una sociedad esencialmente materialista, buscaban aquello que siempre estaba en otra parte. Cabe mencionar, aunque sea de soslayo a Neal Cassady, personaje que fascinó a Jack -y a todos los demás-erigido como el titán de la gran epopeya kerouaquiana. En especial en esta novela que lleva como portada una foto suya.

Para penetrar en el centro de estos personajes nada convencionales, es casi imprescindible recurrir a esta obra capital que el Alma Mater del credo beatnik nos legó. Ya sea la versión vapuleada por las editoriales-con las que tanto lidió el autor- como la versión autentica y sin censura que, como dijimos antes, está disponible en librerías para revivir el extenso paseo inmoral por las desoladas rutas estadounidenses.

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