13/5/10

El canto de un elegido

(Crónica, septiembre de 2009)

El 29 de agosto Pedro Aznar presentó su último disco “Quebrado” en el teatro El Círculo de Rosario. el “niño culto del rock” hizo un recorrido formidable por su extenso repertorio, junto al excepcional cuarteto que lo acompaña integrado por Alejandro Oliva (percusión), Andrés Beeuwsaert (teclados), Federico Dannemann (guitarra) y Julián Semprini (batería), en un show que duró casi dos horas a corazón abierto. El suyo y el de cada uno de los que estábamos ahí con él, escuchándolo. De paso, aprovecho para decirles a quienes injustamente insisten en acusarlo de tipo frío y ¿desapasionado? que están tan pero tan equivocados que me atrevería a preguntarles qué tan humanos son si frente a éste –sí, admitamos que perfeccionista y un poco obsesivo- músico, no se prenden fuego a la par del mismo. Porque Aznar se planta, baila –vive, sobre todo vive- y arde sobre el escenario, desde el primero hasta el ultimo tema de cada concierto. La atmósfera que se crea, emana de la potencia y del color de su voz. Porque Aznar canta desde el alma y para el alma, con el profesionalismo y el perfeccionismo que lo caracterizó desde los comienzos, junto con el virtuosismo que desarrolló a lo largo de toda su carrera para tocar cada uno de los instrumentos como extensiones mismas de su cuerpo.

Lo maravilloso, es que esa energía arrolladora y candente se contagia. Quien haya reparado, habrá notado que El Circulo se transformó – con permiso de Galeano- “en un mar de fueguitos”. Pedro nos abrazó con bagualas y después nos dijo “Deja la vida volar”, canción de Victor Jara que interpretó a dúo con Mercedes Sosa para su ultimo disco “Cantora”. Después, sacó del baúl temas de Serú, de lo último de Serú, cuando el mismo Aznar iba tomando la posta con temas como “A cada hombre, a cada mujer” y “Déjame entrar”. Brindamos con clásicos de un repertorio compartido con Charly como “Mientes”, “Tu amor” y la versión castellana de “God only knows” de los Beach Boys, por los buenos años 80. También aplaudimos sus grandes éxitos como solista entre los cuales está el pegadizo “Ella se perdió”, etc.
Ameno batifondo se armó entre los viejos de siempre, y la potencia de todo lo que recién sale al mundo-desde el corazón mismo de Pedro- como Quebrado, Fugu, Claroscuro y Nocturno Suburbano. Canciones que componen el último disco, que van desde el más puro folklore hasta un potente rock con letras profundas y viscerales, pero que no pierden la cadencia y calidez del virtuoso bajista que gentilmente vino a compartir.

De pronto cambió el compás del asunto, pero no el agite de emociones profundas. De una dulce balada como “A primera vista”, Aznar ya nos estaba haciendo jirones el alma, mientras parecía que se le desgarraba la garganta, implorando un empujón del diablo pa’ enamorar en “Zamba de carnaval” de Ángela Irene. Y qué decir de la bellísima "Décimas", canción que Pedro pidió prestada a la chilena Elizabeth Morris, y sobre la que se tomó el atrevimiento de agregarle una estrofa para hacerla aún más hermosa. Dato que por otra parte ofreció sobre el escenario, en el que cada tanto charló con un teatro repleto. Hablando como un tipo común, de igual a igual, con el humor sutil que lo define, fruto de la inteligencia y la modestia de quien pese al genio, tiene los pies sobre tierra firme. Quizás una no esté acostumbrada, y por eso agradezca el gesto que tuvo Aznar de contar desde qué rincón de su ser brotaron las distintas canciones de Quebrado, las que compuso él y las que eligió para homenajear a quiénes hicieron la banda sonora de su adolescencia: "Tomorrow never knows", que en su placa Mudras grabó en vivo tendido de un arnés -como lo había pensado John Lennon pero que nunca llevó a cabo- y que esta vez interpretó sobre las tablas, pero creando la misma atmósfera onírica y psicodélica del excepcional tema de los Beatles; incluyendo "Angie", la romántica balada de los Stone, "Fragilidad" de Sting y "No es una pena" de George Harrison en una dulce pero poderosa versión en castellano. Además de "Credulidad" del flaco Spinetta y "Confesiones de invierno" de aquel Charly de los 70’.

El show tuvo dos intervalos. El primero, en una ofrenda al más grande exponente del folklore y la poesía de estas tierras, Aznar recitó el poema “Destino del canto” de Atahualpa Yupanqui. Siempre con la voz firme en cada verso del legado que el gran maestro supo dejar: “La luz que alumbra el corazón del artista es una lámpara milagrosa que el pueblo usa para encontrar la belleza en el camino (…) Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas, ni sufres, ni gozas con tu pueblo, no alcanzarás a traducirlo nunca.” Porque si Pedro tuvo que irse tan lejos para volver a sus raíces, para fundirse en el barro de la canción latinoamericana y alumbrarnos, entonces lo perdonamos. Le perdonamos que en 1982 siendo apenas un pibe haya abandonado -y disuelto- una de las mejores bandas que dio el rock argentino para internarse en el Berklee College of Music en Boston, Estados Unidos. Para volver diez años después -luego de formar parte del Pat Metheny Group con el que realizó varias giras por el mundo como multiinstrumentista y vocalista- a cantarle definitivamente a la madre tierra, para erigirse de manera indiscutible en uno de los referentes de la música popular contemporánea.

Volviendo a su último concierto en la ciudad, el segundo intervalo estuvo a cargo del maestro Alejandro Oliva que con una excelente pieza de percusión se ganó el aplauso y el deleite unánime de un público que - a esa altura- ya estaba muy conmovido. Imagínense llegando al final, cuando Aznar con su voz y una caja andina entonó algunos versos de “Tan alta que está la luna” de Quilapayún: “Vamos vida, yo ya me voy. Con mi cajita de cuero te digo adiós, te digo adiós” cantamos todos a coro. Pero la sinergia del encuentro fecundo entre Aznar y su público llegó inevitablemente a su fin, luego de que el cuarteto de músicos se despidiera, para quedarnos sólo con la presencia del músico. Sin micrófono y con guitarra en mano, Aznar se sentó a la orilla del escenario, ante una multitud que lo contemplaba en silencio y afinó dos temas sencillos -pero cálidos y a la vez tristes- como "Junk" de Mc Cartney y "Love" de Lennon. Una a una, las canciones de este repertorio son una porción, un pedazo de si mismo. La grandeza de un artista radica en el respeto y en la entrega total hacia su arte y hacia el público. La grandeza de un artista como Aznar hace que quienes nos sentamos para escucharlo un rato, salgamos flotando, por el mismo lugar por donde entramos caminando. Porque definitivamente si él es un elegido, si fue señalado por la tierra, entones ninguna tumba guardará su canto. Al menos yo me lo llevo conmigo.

Rep for the masses

(Nota publicada en Revista Caleidoscopio, N° 4, año 2009)

El nuevo libro de Rep, reúne las portadas que ilustró para la colección Claves para todos de la editorial Capital Intelectual y que aborda temas de política, historia, ciencia y cultura.

El sábado 12 de septiembre estuvo Miguel Repiso presentando su último libro “Rep para todos” en Tercer Mundo y se sentó en el banquillo del equipo radial Tropofonía, en compañía del dibujante Max Cachimba. Cuando terminó me acerqué y charlé un rato más con él.
Este dibujante, humorista grafico y autodidacta publica una tira diaria en Página 12 desde los orígenes mismos del diario. También ha publicado historietas y dibujos en numerosas revistas, entre ellas Humor Registrado y Fierro.
En general Rep es conocido por ser el dibujante al que “no se lo entiende”. Probablemente sea el más esquivo con la literalidad o el más certero poeta de la ilustración, porque a veces te lleva hacia ese lugar donde no tenías pensado ir: a la duda, o a la repregunta.
Repasando un poco los años que lleva encabezando las contratapas de Página Miguel apunta: “Lo que hice en los tres primeros años de mi laburo en Pagina 12, es horrible. Porque estaba en constante crisis. No encontraba el estilo, no encontraba el formato de decir las cosas que yo antes decía en un largo aliento. Pensaba que me iban a echar, hasta que encontré el tono del lector: descubrí que el lector era Gaspar, y que a Gaspar lo tenia que criticar.” Y siguió Rep: “Cuando encuentro a Gaspar el Revolú, que es el típico progre, psicobolche y pelotudo, encuentro algo que decir en el diario, y es criticar a ese lector que se conforma con estúpidas frases de Galeano, de Benedetti, bla bla bla”.
Gaspar el Revolú, es el personaje más conocido de Miguel en las tiras del matutino, como también Lukas, El culpo o el Niño Azul, entre otros que cada tanto aparecen el la historieta. Porque como reveló, después de 9 años decidió dejar los personajes para todos los días y que se le ocurra una tira cada día de situaciones distintas. Repiso también habló del rol social de los dibujantes: “A mi me hinchó las pelotas el humor político básico, este de dibujar a los ministros y políticos, etc. Me parece que es hacerles un favor. A mi me parece que el verdadero humor social y político, es ese que ocurrió en la Comuna de Paris en el siglo XIX, en La República de Weimar de la Alemania de los 20, y que ocurre en la Argentina de hoy, y es el humor social, lo que pasa en la calle. Entonces en vez de dibujar a tal o cual tipo de la farándula política, dibujas a la gente que está en la calle que es lo que verdaderamente está pasando” ¿Y qué está pasando? Es la pregunta que no pude dejar de hacerle a Rep, que en su condición de artista integra un medio de comunicación, por lo que se ve íntimamente ligado al conflicto de la mediocracia argentina: “Es verdad, uno es un artista, o por lo menos labura en este tipo de artesanías que no entra en lo que es lo habitual del periodismo. Yo soy artesano en medios bastante frontales, yo no estoy en diarios de mierda como los Dos Grandes, estoy en un diario frontal con ideología muy clara. Esa es mi postura también acompañando al medio en que laburo, pero tampoco adhiero a toda la editorial de Pagina 12, yo no adhiero a un oficialismo a ultranza. Yo adhiero a ciertas banderas por las cuales hemos laburado y luchado desde hace 26 años, y algunas encarnan el diario y otras están en otros espacios”. Inevitablemente terminamos hablando de la ley de radiodifusión, y Miguel fue muy claro: “La ley tiene que salir, sino es una derrota inmensa dentro del campo popular, más allá de lo que le pase al gobierno y que se banque la que le viene en ese caso”. Y con esto cerró Rep: “Hace veintipico de años que estamos esperando que se derogue la ley de la dictadura, el que discute eso es un golpista. El que no quiere ésta ley, es porque quiere seguir con aquella, y el que quiere seguir con aquella tiene nostalgia de la dictadura, así de básico”.

Babasónicos y Mucho más

(Nota publicada en Revista Caleidoscopio, N° 3 año 2009)

Una vez disipado el temor al contagio de la sacrosanta gripe A y a pocos días de emprender su gira por los Estados Unidos, Babasónicos pasó por Rosario para presentar en Willie Dixon su última placa discográfica “Mucho+” junto con un repertorio generoso. El cual contempló a los fervientes seguidores de siempre, con algunas perlas de los viejos tiempos como “Natural” (de Pasto 1992) y “Montañas de agua” (de Trance Zomba 1994), y a los rezagados fans de la última etapa, que se enardecieron con los hits de los discos más recientes.

Dixon no es exactamente el lugar apropiado como para crear un climax glamoroso -por suerte- al mejor estilo babasónico post-Jessico. Pero es cierto que más allá de las condiciones edilicias del aclamado Templo Sudamericano del Rock, la banda de Lanús pudo sacarle brillo a la noche con su arrogancia rockera, con su impronta ácida y sexual. Empero, Sin dejar de lado la provocación y la irreverencia, los forajidos de siempre cautivaron a un público heterogéneo que sufría espasmos de histeria en proporción a los movimientos de caderas con los que Dárgelos-por fin y casi llegando al final- se dignó a ofrendar, para erigirse con todo su esplendor en el Sandro de America postmoderno, pero más, mucho más psicodélico.

Allá por los 90’ Babasónicos se inscribió en lo que fue la generación sónica de la escena under del rock porteño. Hoy son banda de culto, no sólo en Argentina sino en el resto del continente americano.

Tras “Infame” y “Anoche”, “Mucho” es el tercer disco consecutivo con el que la banda se alza con el Premio Gardel por “Mejor álbum de grupo rock”. Merecido reconocimiento a una banda que lleva 17 años en la prolífica labor de generar mucho más que rock, con el afán de conseguir cada vez una mejor performance lírica y de puesta en escena. Babasónicos cambia de piel porque evoluciona, pero la desfachatez se mantiene a flor de piel, porque siempre están revoloteando en alguna zona confusa, demoliendo las acartonadas concepciones en las que están insertas las nuevas D-generaciones. En cada canción florece un vergel de poesía que, repleta de clisés y estratagemas harto empalagantes, componen la sinfonía del cortejo. Ritual donde comienza y termina la Gran Aventura de la nueva era de la insatisfacción, que se anuncia en plena metástasis de narcisismo y donde lo importante es, ante todo, aprender a fingir.